viernes, 3 de julio de 2020

Los olvidados: orígenes de la identidad nacionalista de Texas

Casi 181 años han pasado desde que la estrella solitaria se independizó de la recién nacida República Méxicana después de la victoria decisiva en la Batalla de San Jacinto, donde los mexicanos tuvimos la suerte de que el presidente fuera apresado y  los contrarios la suerte de la firma de los Tratados de Velasco con los cánticos de guerra al fondo repitiendo una y otra vez “Remember the Alamo! Remember Goliad!”[i]. No habían pasado ni 15 años desde 1821, cuando mediante los Tratados de Córdoba, el Imperio Español reconoció la independencia de México cuando el norte, el territorio más extenso del país, se había empezado a resquebrajar.
Y es curioso que haya sido el tan famoso “Remember the Alamo!” el cántico entonado por los texanos durante la batalla pues, como se ha señalado anteriormente, los eventos de dicho lugar terminaron por ser el catalizador de la identidad de los texanos[ii], tanto de aquellos que llegaron desde 1790 en condición de migrantes de los Estados Unidos[iii] como aquellos que habían pasado de ser españoles a mexicanos en 1810.
Si bien entendemos que la identidad texana se formó durante la Batalla del Álamo, ¿de dónde se originó la misma o qué la llevó a convertirse en lo que conocemos hoy en día? Para poder encontrar una respuesta primero debemos entender el contexto de Texas y los texanos, pues de ahí podremos seguir el hilo para hacer una conclusión nosotros mismos.
El territorio norteño fue explorado y reclamado por el Imperio Español en el siglo XIV pero este carecía de los atributos climáticos, naturales y de estabilidad con respecto a las tribus indígenas, contrastándose con el centro y bajío de la Nueva España. Por esta razón, los españoles simplemente ignoraron el desarrollo del norte colonial por varios años para concentrar sus inversiones en puntos “más prometedores”[iv]. No fue sino hasta que a finales del siglo XVII llegó a oídos de la Nueva España la noticia de que los franceses estaban avanzando dentro de Texas[v]. La información obligó a los españoles a cambiar su política al norte, promoviendo a Texas como un territorio habitable, para convertirlo en una especie de buffer-state[vi]. 
La relación de los texanos con los franceses creció rápidamente sirviendo a los texanos como medio para encontrar el desarrollo económico ante la poca ayuda que se recibía desde la Ciudad de México[vii]. Esto siguió dando estabilidad a la región e incluso se intensificó cuando ya en el siglo XVIII, en el contexto de la guerra entre ingleses y franceses en Norteamérica, la Nueva España se hizo del control de Luisiana, mediante el Tratado de París de 1763. Fue hasta 1800, cuando los franceses recuperaron el control de la colonia, que la estabilidad y desarrollo conseguidos se encontraron ante una turbulencia política que terminó por cambiar el status quo mediante la adquisición de Luisiana y Nueva Orleans por parte de los Estados Unidos en 1803, terminando así las relaciones económicas que se habían forjado desde los 1700’s.
La llegada de los estadounidenses no solo implicaba la convivencia con un nuevo vecino[viii] sino la necesidad de reconstruir rutas comerciales y forjar nuevas empresas y negocios que permitieran el desarrollo armónico en la región, principalmente el área fronteriza.
La situación terminó por cambiar nuevamente y para mal en 1810. Pues, si ya desde el siglo XIV los texanos habían sido relegados de la agenda socioeconómica de la Nueva España, el estallido insurgente terminó por llevar a las pocas tropas españolas en el norte a abandonar a los texanos a su suerte y enfrentarse no sólo a los ataques indígenas sino también a ex militares que habían encontrado en la delincuencia una manera rentable de vida al verse sin pago debido al conflicto armado que jamás llegó al territorio texano[ix]. La distancia seguía pesando y más que nada, el sentimiento de varios texanos respecto a la Ciudad de México y los estados centrales era de molestia, ¿por qué el centro acaparaba los recursos, la inversión y la atención de la colonia mientras que el norte, específicamente Texas, era relegado a un territorio cualquiera sin apoyo? La propia exploración de Texas había sido descuidada desde el inicio y el territorio al interior era conocido por los españoles, hasta finales del siglo XVIII, como Tierra Incógnita; ésta misma Tierra Incógnita terminaría por ser explorada y desarrollada por los primeros colonos extranjeros que llegaron a Texas desde 1790. La llegada de estos fue bien recibida por los texanos hispanos; el comercio con los estadounidenses y el consecuente desarrollo económico de la región, así como la estabilidad que estos brindaban repeliendo los ataques de los indígenas norteños, terminaron por afianzar las relaciones intergrupales entre anglosajones e hispanos. Esto nos deja clara la razón por la cual los texanos hispanos encontraron en los colonos estadounidenses un apoyo que no habían encontrado durante varios siglos en los españoles; para 1820 el Imperio Español permitió la entrada masiva de anglosajones a Texas principalmente debido a la necesidad de conseguir recursos por medio de los impuestos o la explotación de la tierra[x]. 
Para 1825, los estadounidenses pasaron a ser mayoría en varias regiones del territorio y empezaron a transformar el status quo. Se identificaban a sí mismos texanos, adoptaron su tierra y, aunque se concentraban en comunidades meramente anglosajonas, llevaban una relación amigable con los hispanos; el idioma, las costumbres, incluída la práctica esclavista, la religión y el pensamiento político estadounidense hicieron llegar las ideas de liberalismo, democracia y autonomía basadas en la Carta de Derechos estadounidense de 1791.
Puede entenderse que la llegada de dichas ideas a Texas haya influido en el cambio que había en la reputación del mismo como un territorio pobre a uno económicamente sano al final de la guerra. El modelo estadounidense, que pasó a ser mayoría en el territorio, contribuyó al desarrollo económico de la región y el mismo sirvió como uno de los argumentos que Stephen Austin, líder de la comunidad anglosajona e hispana en Texas, llevó a la Ciudad de México en 1833 para exigir el reconocimiento de Texas como un estado independiente en la República, y dejar atrás su estatus como territorio parte de Coahuila, un estado que había terminado por ser uno de los más pobres al final de la lucha independentista. Recordemos que desde los tiempos de los españoles, Texas había sido territorio de Coahuila y no propiamente un estado a pesar de su extensión, factor que con los estadounidenses fue cuestionado y debatido. La negativa al recibir el estatus de estado terminó por hacer que Stephen Austin, en 1835, llamara a los demás líderes texanos en San Antonio, Texas a rebelarse en contra del gobierno y separarse unilateralmente de Coahuila. El arresto del anglosajón y la política agresiva de Santa Anna, basada en la rebelión Zacatecana de 1835, terminó por encender el llamado por hacer de Texas no un estado sino una nación independiente[xi].
La influencia que los estadounidenses habían plasmado en Texas, gracias al boom económico que trajeron consigo y ante el dominio demográfico en la mayor parte del territorio, había llevado entonces a los texanos a replantearse las políticas, tanto viejas como nuevas, que el gobierno de la Ciudad de México dictaba. El poco apoyo durante varios años y la escasa comprensión de los problemas de los texanos por parte de los habitantes del centro de México, hacían de las discusiones políticas mera pérdida de tiempo. Mientras que la Ciudad de México podría conocer las características sociales y naturales de los estados al interior de la república, el norte seguía siendo mayormente desconocido para los políticos; si cada estado de la república mexicana era ya diferente con respecto a los demás, Texas era totalmente un caso a parte. Las inclemencias del tiempo, el vasto territorio, la lejanía con grandes urbes, la propia cultura producto de la convivencia de hispanos con anglosajones y el desconocimiento del papel de los estadounidenses en la economía de Texas, terminaron por crear conflictos, que si bien en un inicio fueron apagados por los mismos estadounidenses mostrando apoyo y confianza en la nueva república [xi], crecientes causando el nacimiento de un punto de no retorno para los texanos. 
Bajo la amenaza de confrontación los texanos terminaron por materializar la identidad que durante las últimas décadas se había estado formando, una identidad mixta entre los hispanos y los anglosajones que reclamaba el aislamiento como su mayor característica, la estrella solitaria había nacido, la lejanía que los texanos habían vivido con respecto a los hispanos y a los mexicanos durante toda su vida terminó por hacer de ellos un pueblo que se valía de sí mismo para encontrar las soluciones a sus conflictos, la falta de ayuda que recibieron terminó forjando un sentimiento de independencia plena, no necesitaban a nadie más así como nadie había volteado anteriormente a ellos para brindarles ayuda o atención. Las inclemencias del tiempo y la región texana hicieron de los texanos una comunidad que se llamaba valiente, resiliente, poderosa. Era la estrella que nacía en el firmamento lejana a las constelaciones, aquella que no tenía a ninguna otra cerca y que por ello brillaba más que ninguna; el Álamo sólo terminó por juntar todas estas experiencias a través de la sangre y las armas, sin embargo la identidad había estado formándose durante siglos de abandono y de desinterés. “Remember the Alamo!”, ¿recordar una batalla o recordar siglos de historia? La identidad texana y su llamado a la independencia no nació por una masacre en San Antonio sino por 3 siglos de olvido y rechazo.


Referencias
[i]Texas Parks & Wildlife. (2015). Interpretive Guide to San Jacinto Battleground State Historic Site. 10 de octubre 2017, de Texas Parks & Wildlife Sitio web: https://tpwd.texas.gov/publications/pwdpubs/media/pwd_br_p4504_0088.pdf
[ii]Texas General Land Office. (2015). The birth of the Texan Identity at the Battle of the Alamo. 10 de octubre de 2017, de Texas General Land Office Sitio web: https://medium.com/save-texas-history/the-birth-of-the-texan-identity-at-the-battle-of-the-alamo-6a3eba3b15eb
[iii, x] Margaret Swett Henson. (2010). Anglo-American Colonization. 10 de octubre de 2017, de Texas State Historical Association Sitio web:
[iv, v] John L. Davis. (2014). The French Texans. UTSA Institute of Texan Cultures, I, 1-3.
[vi] Juan Romero de Terreros. (2002). Louisiana as Seen from 18th Century Spanish Texas. 10 de octubre de 2017, de U.S. National Park Service Sitio web: https://www.nps.gov/jeff/learn/historyculture/upload/terreros.pdf
[vii] Donald E. Chipman. (2010). Spanish Texas. 10 de octubre de 2017, de Texas State Historical Association Sitio web:
[viii] Neal McLain. (2010). The Disintegration of Spain’s American Empire. Cradle of Texas Chapter - Cultural history Series, I, 1-8.
[ix] Jesús F. De la Teja. (2010). Tejano Leadership in Mexican and Revolutionary Texas. Texas: Texas A&M University Press.
[xi] Eugene C. Barker & James W. Pohl. (2010). Texas Revolution. 10 de octubre de 2017, de Texas State Historical Association Sitio web:
Jesús A. Valero Matas. (2005). Nacionalismo: identidad, educación y construcción social. El Guiniguada, 14, 261-276.

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