martes, 13 de mayo de 2014

Sócrates y Rousseau: El Pacto Social

Sócrates y Rousseau, el Pacto Social.

¿Cuál fue la razón de Sócrates para no escapar de su condena y preferir morir? Sócrates expresa entre líneas la existencia de un Pacto Social, que sería precursor de aquél que formularía Rousseau en el Siglo XVI.

“Plenamente nos elegiste y estuviste de acuerdo en vivir como ciudadano según nosotras, que incluso tuviste tus hijos aquí, sin duda porque te agradaba la ciudad.” (Platón, Critón, 2001) No encuentro un mejor fragmento que el anterior donde se muestre desde un principio mi idea de que Sócrates es un mentor del pensamiento de Rosseau en cuanto a su concepción de Pacto Social en El Pacto Social de 1762. Tomemos como base la primera línea, donde se expresa que el individuo elige, sin obligaciones y por sí mismo, la ciudadanía dentro de un Estado, desde este punto tomamos un primer acercamiento a la existencia de un contrato entre líneas, dónde el individuo aceptará pertenecer a una Ciudad debido a los derechos y virtudes que este brindará al mismo sujeto.

Jean Jacques Rousseau expresa en su obra que el contrato social corresponderá a que cada individuo subordinará su poder con respecto a una dirección general que regirá a una sociedad de individuos que igualmente han aceptado ceder su poder ante la misma, pasando cada uno a pertenecer a una comunidad indivisible. (Rousseau, 1998) Esto contrastado con el pensamiento de Sócrates nos saca a la luz una primera gran diferencia, aunque no lo aparta totalmente de su ejemplo para el francés, mientras Rousseau menciona que el individuo realmente jamás formaliza el contrato, Sócrates remarca en su monólogo que las mismas Leyes han sido las que en conjunto con él han pactado su ingreso a la sociedad y con ello su paso a la ciudadanía. Si bien esta diferencia hace parecer distante el pensamiento de ambos filósofos, encontraremos también que en el mismo capítulo VI, del Pacto Social, se hace una alegoría al pensamiento de Sócrates al decir que cada individuo se entrega ante la suprema dirección de la voluntad general, desmenuzada la idea encontramos la existencia de un Gobierno o Estado que a través de las leyes guiará a su sociedad.

La concepción del Pacto Social para Rousseau supone la división entre el estado natural del hombre y el estado de sometimiento a las leyes, en el primero el hombre es libre de hacer lo que quiera, pero a su vez, está sólo y su necesidad le obligará a buscar asociarse, acto que marca el establecimiento del Pacto en aras de otorgar a este individuo satisfacciones a cambio de su libertad natural. (Rousseau, 1998) Este principio supone que el individuo al asociarse acepta de facto el seguimiento de leyes que regulan a una sociedad, misma que brindará al sujeto protección y derechos comunes con sus demás iguales. Una diferencia que automáticamente nos viene a la mente al recordar el pensamiento ilustrado con respecto al socrático, es la existencia de este estado natural del hombre, Sócrates no hace mención alguna del mismo, pero supone el establecimiento del Pacto Social una vez que se busca conseguir la ciudadanía en similitud a Rousseau. Para ambos, tanto para el ilustrado como para el clásico, el pacto celebra la secesión de libertades por derechos, que Sócrates principalmente señalaría como la vida, la educación y la vivienda, al hablar en un fragmento acerca de que las leyes le han permitido a él y a sus hijos vivir plenamente en la Ciudad y que han brindado educación necesaria a toda su estirpe. (Platón, Critón, 2001)

En razón a la inviolabilidad del pacto que establece Sócrates cito lo siguiente “No violas otra cosa, dirían, sino los pactos y los acuerdos que con nosotras mismas hiciste, no por necesidad ni habiendo sido engañado ni obligado a decidir en poco tiempo” (Platón, Critón, 2001) En este fragmento encontramos que el pacto será inviolable debido a la aceptación individual del mismo, siendo el honor la firma del mismo, cayendo en que en caso de ser violado el pacto se cometerá una injusticia y por lo mismo la reputación del individuo se verá reducida a nada. A manera de ver el golpe que producirá en el individuo nuevamente cito un fragmento del Critón:

 “Como enemigo de su régimen político, y cuantos se preocupan de sus propias ciudades te mirarán con recelo, considerándote destructor de las leyes, y así confirmarás la opinión de los jueces, de manera que parecerá que su sentencia fue justa; pues, el que es destructor de las leyes.” (Platón, Critón, 2001) 

Aquél que viola el pacto será considerado injusto, en el pensamiento ilustrado aquél que no sigue el pacto debe ser excluido de la sociedad y se le volverá a otorgar su libertad natural, siempre que permanezca fuera de un conglomerado de individuos justos y racionales. (Rousseau, 1998) Para Sócrates, el líder del Estado no sería el gobernante sino la ley, que en el caso de Rousseau estas emanarían del mismo conglomerado social y se basarían en el bienestar público acordado entre todos. Nuevamente vemos en este punto la similitud entre el pensamiento socrático y el ilustrado de Rousseau. “Todo Estado regido por leyes, sea bajo la forma de administración que sea; porque entonces solamente gobierna el interés público y la cosa pública es algo.” (Rousseau, El Contrato Social, principio del derecho político) Ahora en este fragmento del Contrato Social de Rousseau encontramos la que será, la última ejemplificación de mi punto, Sócrates afirma que las leyes nacen en un Estado para su sociedad y que estas rigen el interés público a su vez que a cada individuo que conforma el todo, por lo que su quebrantamiento significará el corrompimiento del Estado y su sociedad a la vez. Si bien el Contrato Social, como lo conocemos ahora, se conceptualiza hasta el Contrato Social, Sócrates hace una alusión entre líneas donde podemos encontrar un contrato social, aún no encaminado al camino a la libertad humana, sino que deja sentadas las bases de que el Estado se conforma de una sociedad que acepta sus reglas para convertirse en ciudadano del Estado. Dicho esto no hace falta volver a mencionar las similitudes entre Rousseau y Sócrates, sino que estas últimas líneas las aprovecharé para contrastar a ambos autores de una manera más focalizada, principalmente en el motor del contrato social, que mientras para Sócrates significa la búsqueda de justicia y virtud, para Rousseau es meramente la libertad humana y la necesidad del mismo que lo obliga a aceptar el pacto. 

Liguemos esta idea de Rousseau a su antecesor, Locke, quien afirma que el Contrato Social nace de la necesidad del individuo de satisfacción, que al no poder ser saciada por el mismo debe buscar la asociación con sus iguales libres que busquen de igual manera saciar sus necesidades en alguien más. (Locke, 2005), Sócrates asegura que el Estado otorga la posibilidad de evadir el contrato al cumplir la mayoría de edad y esto obliga al sujeto a buscar otro contrato que lo satisfaga, nuevamente se enlaza con el pensamiento ilustrado al hablar de necesidades individuales.

Podemos entonces decir que Sócrates, su ideario político y social, corresponde a un antecesor del pensamiento ilustrado y que su concepto de sociedad puede ser llamado de igual manera un antecesor del mismo; comúnmente se nos enseña el Contrato Social es obra de Rousseau, siguiendo a Hobbes y Locke, no se menciona el origen en los antiguos griegos, principalmente, como lo veo yo, en Sócrates y los pos-socráticos.

Bibliografía

Locke, J. (2005). Ensayo sobre el Gobierno Civil. Ciudad de México: Porrua.
Platón. (2001). Critón. Valencia: Universitat de Valéncia.
Platón. (s.f.). La República. General San Martín: Programa de redes informáticas y productivas de la Universidad Nacional de General de San Martín.
Rousseau, J.-J. (1998). El Contrato Social. Ciudad de México: Porrúa.
Rousseau, J.-J. (s.f.). El Contrato Social, principio del derecho político. Obtenido de Medellín Portal Educativo: http://www.medellin.edu.co/sites/Educativo/repositorio%20de%20recursos/Rousseau_JeanJacques-El%20Contrato%20Social,%20Principios%20De%20Derecho%20Politico.pdf





Pax Porfiriana: Realismo Político a la mexicana.

Pax Porfiriana:
Realismo Político a la mexicana.

Durante los poco más de 30 años que duró el Gobierno ininterrumpido del General Porfirio Díaz Mori, el Orden y Progreso fueron la máxima del Estado Porfiriano, su significado influyó en las esferas políticas y sociales del México pre-revolucionario y finalmente traerían una nueva forma de gobernar al país. En la naturaleza del Estado Mexicano de 1884 a 1910, encontramos una clara influencia del Realismo Político, así como una continuidad del mismo en el movimiento que daría fin al Porfiriato.

Partiré desde la propia concepción del Estado de Porfirio Díaz. El 10 de Enero de 1876, el General se proclamó en contra del entonces presidente Sebastián Lerdo de Tejada, bajo los preceptos del Plan de Tuxtepec. (Díaz, 1876) El general oaxaqueño mostró verídica la máxima de Maquiavelo acerca de que todo Estado nace de la guerra y el asesinato (Maquiavelo, 2010), Díaz implantó un Estado de Guerra en el país y con ello logró destituir al viejo Estado, así mismo, logró el asesinato virtual de Lerdo a manera que se vio obligado al exilio. Con el antiguo presidente ahora fuera del país, un aparato político debilitado por el estallido interno y un relevante apoyo político, Porfirio logró cimentar las bases de aquélla formula en la que basaría su posterior mandato, bajo los preceptos del realismo.

Sería el mismo padre del realismo político, Tucídides, quien daría otra máxima de la Pax Porfiriana, la justicia es endémica de los poderosos y esto es parte de la naturaleza humana (Stellino, 2009). Así fue durante el mandato del General. Mientras la mayoría social del México de ese entonces se mantenía en la pobreza y la ruralidad, una minoría educada y dueña de enormes cantidades de tierra dominaban la esfera social, el poder se ejercía en razón del poder económico de los terratenientes y hacendados, la fuerza pública estaba, representada por el Ejército Federal y el Cuerpo de Rurales, bajo el poder de Porfirio Díaz y su Estado, el campesino o el pobre carecían de poder, por lo tanto, bajo la máxima de Tucídides, la justicia era imposible de lograr para estas clases. Díaz así siguió con el precepto realista y mantuvo un claro favoritismo hacia la clase alta mexicana de su época. Se expresa que la clase alta, compuesta en gran medida por empresarios extranjeros, mantenía una justicia real a diferencia del ciudadano mexicano común, esto debido a que, en palabras de Carlo de Fornaro, el extranjero lleva al país dinero o energías, trabajan para mejorar la condición económica del país, pero sobre todo, no intervienen en la política, su única ambición es volverse más ricos. Para mostrar más esta escuela realista que dominaba el ideario mexicano en tiempos de Díaz citaré esta frase del entonces presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Demetrio Sodi Guergué, “No hay más justicia que la real gana de quien manda”. (de Fornaro, 2010)

El mito del dicho de Díaz, mátalos en caliente, es un vestigio más de una fama o realidad que el viejo General se valió al cimentar en el realismo su gobierno. La vieja frase se basa en el evento que aconteció en Veracruz, dicho suceso fue consecuencia de una conspiración lerdista para derrocar a Díaz, tras la averiguación de dicha ofensiva contra el Estado Porfirista, se mandó a ejecutar, sin jucio alguno, a todos los implicados en dicha conspiración. La idea era clara, mandar un mensaje a todo opositor del régimen. El suceso es teorizado en El Príncipe de Maquiavelo, “Un príncipe no debe preocuparse porque lo acusen de cruel, siempre y cuando su crueldad tenga por objetivo mantener unidos y fieles a los súbditos; porque con pocos castigos ejemplares será más clemente que aquellos que, por excesiva clemencia, dejan multiplicar los desórdenes, causa de matanzas y rapiñas que perjudican a toda una población, mientras que las medidas extremas adoptadas por el príncipe sólo perjudican a un particular.” El objetivo de Díaz no fue otro más que mantener la unidad en la base social de México, el castigo a las ofensas hacia el Estado fue público y conocido, se formó una fama, una realidad, mismas que no fueron trastocadas más que esporádicamente durante el transcurso de los años, hasta llegar al ocaso del Porfiriato en 1910.

Prefiero cometer una injusticia que soportar el desorden”, diría Goethe en el contexto de la Revolución Francesa mostrando su profundo rechazo al movimiento civil francés. Robert Löhr en su novela histórica, La Conjura de los Sabios, nos mostraría a un filósofo alemán adverso al liberalismo, recogería el pensamiento del alemán para señalar su rechazo a la idea de que el hombre nace para ser libre.  Y en este ensayo donde traemos al pensamiento realista a flote para comparar con la Pax Porfiriana, ¿Qué vemos de similar en el pensamiento de Goethe con el del Héroe del 2 de Abril? Es claro que al igual que Maquiavelo, Goethe expresa una necesidad por los castigos a razón de mantener un orden. Eventos como las Huelgas de Río Blanco o Cananea nos muestran como la teoría pasó a la práctica, y como los castigos ejemplares hacia los revoltosos darían como respuesta una paz y un orden en el corto plazo, que sin embargo, a medida que Díaz perdiera con los años su virtud maquiavélica, la fuerza del león y la astucia del zorro, terminaría en el estallido social que desintegraría todo elemento del Porfiriato.

Como diría el caudillo y presidente, Álvaro Obregón, el único pecado de Díaz fue envejecer, y es así como notamos lo que he dicho anteriormente. La edad de Díaz fue parte de su progresiva pérdida de fuerza, su edad lo hacía débil y su debilidad dejaba al Estado abierto ante cualquier golpe. La nueva ola de individuos que buscaban el poder terminaría a manera del Código Hammurabi, trayéndole a Díaz la ley del Talión. Ojo por ojo, diente por diente, el General caería de la misma manera que hizo caer a su antecesor Lerdo de Tejada. El exilio y la guerra volverían a México y ahora cobrarían la cuenta al oaxaqueño.

Thomas Hobbes describiría lo que pasaría en México en 1910, sus ideas plasmadas en el papel serían como un augurio, una profecía, a la cual México estaba a punto de conocer. El texto dice así:

Si en cualquier género de Estado suprimís la obediencia, no solamente dejará de florecer, sino que en poco tiempo quedará deshecho. Y quienes, apelando a la desobediencia, no se proponen otra cosa que reformar el Estado, se encontrarán con que, de este modo, no hacen otra cosa que destruirlo: como las insensatas hijas de Peleo, que deseosas de renovar la juventud de su decrépito padre, por consejo de Medea le cortaron en pedazos y lo cocieron, juntamente con algunas hierbas extrañas, sin que por ello lograran hacer un hombre nuevo.”(Hobbes, 2012)

Hobbes previó aquello que la Revolución traería al Estado, cada palabra describe lo ocurrido, incluso su metáfora lo ilustra. Díaz dejó de ser fuerte, la desobediencia impregnó al Estado Mexicano, el poder dejó de ser poseído por Díaz y su esfera política.
El realismo político le cobró la vida a él y a su Estado. En cuestión de meses un Estado que se perpetuó por más de tres décadas cayó ante el esparcimiento de grupos a lo largo y ancho de la República, el príncipe dejó de tener las relaciones de poder, sus aliados lo abandonaron para adecuarse a los nuevos príncipes y así de misma cuenta, Díaz cayó en la guerra y el asesinato.

Bibliografía

de Fornaro, C. (2010). Díaz, zar de México. Ciudad de México: De Bolsillo.
Díaz, P. (10 de Enero de 1876). Plan de Tuxtepec lanzado por Porfirio Díaz en contra de la reelección de Sebastián Lerdo de Tejada a la Presidencia de la República. Obtenido de 500 años de México en Documentos: http://www.biblioteca.tv/artman2/publish/1876_169/Plan_de_Tuxtepec_lanzado_por_Porfirio_D_az_en_cont_1772.shtml
Hobbes, T. (2012). Leviatán o la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica.
Löhr, R. (2010). La Conjura de los Sabios. Ciudad de México: Grijalbo.
Maquiavelo, N. (2010). El Príncipe. Nueva Delhi: Editores Mexicanos Unidos S.A.
Reyes Reyes, V. (2001). Justicia, Orden y Paz en el Critón. Jurídica. Anuario del Departamento de Derecho de la Universidad Iberoamericana, 597-615. Obtenido de http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/jurid/cont/31/pr/pr36.pdf
Stellino, P. (2009). No hay derechos humanos: Relaciones de Poder, Justicia y Derecho en F. Nietzsche. Dilema. Revista de Filosofía, 121-130.